lunes, 4 de abril de 2011

Ilusionista


Despertó sin ruidos al abrigo de sábanas perdidas entre la penumbra que persistía dentro y la luz que se imponía afuera; entre la pereza ajena al horario y la intuición de que algo esperaba en la comisura de una esperanza.
Asida fuertemente al aroma de la taza de café entre las manos, en la semioscuridad del despertar y entregada a la voluptuosidad de las imágenes que en los últimos días habían invadido su mente, soñó.
Sensaciones, sentimientos, deseos, pensamientos que alteraban su pulso y que aún sabiendo inasequibles, no perdían su inevitable atracción.
Gestos e imaginación agitándose caprichosos, insensatos ante la realidad, ilógicos por la fantasía.
Sujeta por la seducción de lo imposible.
Atraída por la fascinación de lo ilógico.
Encrucijada perturbadora, que latía en su sangre con violencia y anhelo.

Permitió al sol de la primavera penetrar por su piel al tiempo que recorría con vértigo la caricia de la fantasía grabada en dos palabras al pie de una sonrisa.
Ella sabía que el juego seguía su curso… Él, que había comenzado la partida.
Ambos, se sabían involucrados al unísono, conscientes de que lo que estaba sucediendo aunque fascinante, sólo llenaría momentos de soledad en noches perdidas quizá desde la intimidad del sofá de un ilusionista...

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