lunes, 15 de marzo de 2010

Podria Ser


La crisis, implacable, castiga a los que menos responsabilidad tienen en su creación: la gente trabajadora. Hombre y mujeres, que son excluidos del mercado laboral y que luchan cotidianamente por su reincorporación al mismo. La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice en su artículo 23:

1. Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.


A día de hoy es toda una lucha épica de cualquier hombre (bien pudiera ser una mujer) que luchan por algo tan elemental como debiera ser un trabajo que le permita, tal y como reconoce como derecho la Declaración Universal aprobada por la ONU en 1948, una existencia conforme a la dignidad humana.


Hoy la historia de hombres y mujeres que buscan su lugar en el mundo, que reclaman el respeto y reconocimiento de una sociedad que ha de saber ver en ellos el potencial que por su simple condición de seres humanos encierran en su interior. Hombres y mujeres que dejan un trozo de corazón en cada currículum entregado en la búsqueda de una oportunidad. Su búsqueda no ha de ser una súplica, porque su acceso a la vida laboral es el cumplimiento de un derecho del que se es propietario por naturaleza.


El afecto más cercano rescata del desconsuelo a tanta gente que se ve en tan penosa situación. Es en las pequeñas cosas en las que uno encuentra esa poesía que no siempre somos capaces de ver, son los pequeños sueños el andamio sobre el que trepamos para rehabilitar la imagen de lo que podemos ser, para reconstruir la estima que estos días de caos controlado, de expedientes de regulación, de frío y humo tratan de arrebatarnos. La realidad no termina donde lo hace este espejismo cuya fachada se resquebraja. La realidad termina donde lo hacen nuestros sueños.


Somos la brasa que palpita en el rescoldo, que se niega terca a apagarse. Tu canto, tu soplo reanima la llama y nos recuerda lo qué es vivir.

Desde este pequeño rincón, en estos tiempos de oscuras tinieblas y precariedad me gustaría poner un pequeño punto de color y simpatía y pensar en todo lo que me gustaría poder haber sido alguna vez:

Podría ser jardinero en Marte,médico de flores, poeta ambulante,deshollinador volando en tejados,probador de espejos, o pirata honrado.Ser quizá delineante de columpios rojos, un gran nigromante,un cantor de nanas, quizás buhonero,y vender palomas, pócimas y ungüentos.

Podría ser cartero de Neruda,pescador de estrellas, navegando en la luna,piloto de cometas, explorador de abismos,quizá recolector de gotas de rocío.

Quisiera ser un hombre, es poco lo que pido. Quisiera ser hombre al fin al cabo.

15 de Marzo de 2010

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